El camino hacia la soberanía alimentaria en los Altos de Chiapas

Chiapas es conocido por su enorme patrimonio cultural y folclórico y por ser uno de los estados con mayor biodiversidad del país. Todavía hoy se hablan doce lenguas además del español a pesar de que, ya hayan desaparecido alrededor de 1101. La riqueza cultural de la región es indiscutible, por desgracia, la latente pobreza de los habitantes del estado también lo es. Chiapas es el estado con mayor pobreza de México en donde el 72% de sus habitantes viven bajo el umbral de la pobreza2.

Pero de la necesidad siempre surge la acción, y en el caso de los Altos de Chiapas un sector de la población local preocupada ante esta problemática, se organizó y detonó un proceso social y comunitario, para tratar de abordar la situación y mejorar la calidad de vida, el arraigo y las oportunidades de la comunidad, contribuyendo así a la reactivación económica de la zona mediante el impulso de la soberanía alimentaria en la región La soberanía alimentaria contempla un cambio en el modelo de producción y de consumo de alimentos. En FASOL creemos que la filantropía comunitaria  y los procesos sociales y comunitarios, son partes clave del desarrollo sostenible y sustentable de las comunidades. Es por ello que queremos compartir este proceso que estamos fortaleciendo, gracias a la alianza con la Fundación ADO y que pudimos presenciar durante nuestra visita a la región, el pasado mes de junio.

Lo interesante de este proyecto es que mediante la colaboración y conexión de varias iniciativas de grupos de base, se busca multiplicar los beneficios que cada proyecto individual podría generar por si solo, generando un proceso social organizativo. Y es que, cuando hablamos de procesos sociales, no nos podemos centrar en un solo parámetro o en una sola problemática. En el caso de Chiapas el acaparamiento de tierras y de agua para monocultivos, el uso de agroquímicos y los proyectos extractivos, han generado la degradación de la tierra y escasez de agua potable en una región que llueve 8 meses al año. Esto a su vez crea pobreza en el campo y en las comunidades por falta de tierras cultivables y disponibilidad de agua, provocando una migración forzada a las ciudades del estado y a otras partes del país, lo que a su vez genera, más pobreza en la región y un mayor desarraigo, y por ende  más migración.

Frenar este ciclo autodestructivo no es tarea fácil, pero tampoco imposible. La soberanía alimentaria es una manera muy efectiva ya que aborda todos, o casi todos, los problemas que llevan a una comunidad a esa situación. Y es que cuando hablamos de soberanía alimentaria no podemos centrarnos exclusivamente en la parte productiva de alimentos. La educación, la conservación de las semillas y biodiversidad , el arraigo e identificación con la tierra, y el adecuado uso de los bienes naturales y del agua, son cuestiones básicas y necesarias en cuanto a la soberanía alimentaria se refiere. Pese a que todas estas cuestiones son muy importantes y necesarias, para que suceda un relevo generacional y lograr que el proceso que se detonó en un momento, perdure a través de las generaciones futuras, la educación tiene que ser un pilar central de todo el proceso.

Los huertos educativos

Y es precisamente en la educación ambiental en donde se centra  gran parte de los proyectos que son parte de este proceso. En concreto se trata de huertos educativos. La belleza de los huertos educativos está en que son una solución sencilla pero efectiva a los problemas que hemos mencionado aquí y es que sus beneficios no son nada más educativos.

Dado que en la zona existe un problema de alimentación y desnutrición entre niños y jóvenes, que conlleva a tener  un muy bajo rendimiento escolar, lo que a su vez es una de las causas que provoca  deserción, ocasiona también que no tengan buenas oportunidades laborales y en consecuencia se vean forzados a emigrar, abandonando su territorio, usos y costumbres; los huertos educativos escolares permiten que los alumnos obtengan herramientas para acceder a una alimentación sana, y en un futuro, tengan un mejor rendimiento y logren permanecer en sus territorios. Los huertos pues, son una herramienta para despertar el interés por la tierra, la alimentación sana y un camino hacia la soberanía alimentaria.

Pero los huertos no se limitan a las escuelas. Uno de los objetivos de estos huertos es que sean un modelo para que las familias de la comunidad puedan replicarlos en sus respectivas casas, barrios, lugares de trabajo, etc. es por ello que se les enseñan diferentes métodos de cultivo, tanto urbanos como rurales, para que cada persona pueda aplicarlo en su entorno específico. Así logran que este tipo de huertos y cultivos se extiendan por la comunidad y permitan a las familias cosechar su propio alimento de calidad.

Y es que esto, es una parte fundamental del proceso del que pudimos ser testigos durante nuestra visita. Ver a niños y niñas explicarnos el proceso del cultivo y la importancia de una buena tierra llena de nutrientes y organismos como los gusanos, con una sonrisa en la cara, es realmente inspirador. Que algunos de esos mismos niños, llenos de alegría y entusiasmo, platiquen cómo han logrado convencer a sus padres para que les ayuden a implementar lo aprendido en sus propias casas, y que ya han tenido la oportunidad de recoger sus primeras cosechas, llena de esperanza. Pero, además de los sentimientos, el beneficio que estos huertos han traído tanto para los niños y adolescentes, como para sus familias, es indiscutible. Y es que estos niños han recibido conocimientos valiosos para su presente y su futuro, la posibilidad de producir y tener alimentos de calidad y una buena alimentación que les garantiza una buena calidad de vida y además, han podido reconectar con su tierra y con su comunidad.

Estos huertos educativos también aportan a la reconexión de la ciudad con el campo. Por medio de estos huertos, los niños y adolescentes tienen la oportunidad de conocer de dónde es que vienen los alimentos que comen, además del proceso y el trabajo que producirlos conlleva. También les ayuda a ver la importancia de tener acceso a alimentos libres de pesticidas que no sean dañinos para el medio ambiente y para su salud. Esto contribuye a que más y más personas de la comunidad quieran tener acceso a este tipo de alimentos, favoreciendo a los productores locales que producen una gran variedad de alimentos autóctonos y de una manera respetuosa con el medio ambiente.

Al fin y al cabo, hay que reconocer que un pilar fundamental de la soberanía alimentaria no es solo que se produzcan este tipo de alimentos en la comunidad, sino que sean accesibles y consumidos dentro de la misma. Así, estos huertos están sentando las bases para que en el futuro, las comunidades locales apoyen a sus agricultores y éstos se centren en abastecer a sus vecinos y no se dediquen a los monocultivos, y que aporten algún beneficio para la región. Pero para que esto se vuelva una realidad hay que trabajar en otros frentes también, y es precisamente de lo que tratan el resto de proyectos que hemos apoyado, gracias a la colaboración y contribución de la Fundación ADO.

La gestión del agua

Debido al problema de acceso al agua durante los meses de marzo a junio, las soluciones a largo plazo no bastan. Las acciones a corto plazo también son necesarias para cubrir una necesidad que afecta directamente a las labores domésticas, la producción de hortalizas y la economía familiar. Por ello, en la comunidad de Santa Anita, trabajan para mejorar sus sistemas de captación y almacenamiento de aguas mediante la construcción de sistemas de captación de agua pluvial. El objetivo de este proyecto, al igual que en la historia que compartimos en nuestro pasado boletín “El ranchero sudcaliforniano, es  servir como modelo para las comunidades vecinas e incentivar el diálogo y el debate para mejorar sus respectivos métodos de captación y almacenamiento del agua. Y esto también es un pilar fundamental para la soberanía alimentaria de la zona, ya que sin agua no pueden cultivar. Pero además también aporta otros beneficios muy valiosos.

No solo están mejorando la calidad de vida de la comunidad ayudando a frenar la migración forzada, sino que también está detonando un proceso comunitario. Al afrontar una problemática sobre un recurso común presentando alternativas y creando espacios para el intercambio del conocimiento y experiencias y el desarrollo de nuevas ideas, están fortaleciendo de sobremanera su organización comunitaria. Esto aumenta el arraigo de las personas hacia su comunidad ya que se vuelven parte de la toma de decisiones y presentan soluciones a los problemas que afectan a la comunidad. Esto aumenta el sentido de permanencia hacia una comunidad e incentiva a que más miembros de la comunidad se involucren en el proceso.

La semilla

La agricultura de monocultivos convencional, la pérdida de biodiversidad y la degradación de la tierra son una realidad incuestionable de la zona. Varios estudios demuestran la necesidad de mantener la biodiversidad para disponer de una tierra fértil y sana. Es por ello que muchos de los proyectos incluyen la recolección de semillas autóctonas como parte de sus actividades. A causa de la agricultura convencional que se centra en pocos tipos de cultivos, ya hemos perdido el 75% de las variedades agrícolas de México. Esto tiene enormes consecuencias, ya que no sólo degrada la tierra, sino que aumenta la presencia de plagas, que mediante su exposición a los pesticidas se van haciendo más resistentes a estos.

La recolección y propagación de semillas combate precisamente esto. Provee a los pequeños agricultores de la comunidad con semillas autóctonas libres de costes asociados a la propiedad intelectual, permitiéndoles cosechar semillas para recortar costes y mejorar la variedad de sus cultivos año tras año, aumentando su productividad y calidad. Estos bancos de semillas empoderan a los pequeños agriculturas y les permiten cortar lazos con las grandes compañías agrícolas para enfocarse en abastecer una demanda más local a un menor coste y generando grandes beneficios tanto para la comunidad, como para la biodiversidad y riqueza de la tierra cultivable.

Nuestra visita de campo fue realmente inspiradora y creemos que fue un claro ejemplo de como un proceso social va mucho más allá de apoyar un solo proyecto o atender una sola problemática. Es por ello que queríamos compartirla con ustedes, pues estos procesos son largos y los resultados se hacen esperar. Sin embargo, es sin lugar a dudas, una historia de esperanza e inspiración, una historia de colaboración y esfuerzo, y una historia que, si bien no acaba de empezar, todavía le queda mucho por continuar

1Rosalinda Morales Garza (Secretaria General de Dducación Indígena de la Secretaría de Educación Pública),

2CONEVAL